Casi todos los que trabajan en el ministerio hoy en día son conscientes del complejo mosaico cultural que constituye el fundamento de nuestro desempeño como iglesia en el siglo XXI. Un entorno multicultural no es algo nuevo. Ha sido la constante de la iglesia estadounidense durante más de 200 años.
"La interacción sana se basa en la confianza del valor cultural propio y en un sentimiento de seguridad que no se ve amenazado por el encuentro con la diferencia".
Pero a menudo se pasan por alto cuestiones importantes: ¿Qué es lo que realmente queremos? ¿Qué queremos conseguir? Creo que es importante enfocarse en lo que a menudo es el objetivo implícito del ministerio en nuestras iglesias y pasar a un conjunto de objetivos progresivos que pueden ayudar a dar forma o dirigir nuestro ministerio y proporcionar el comienzo para vivir verdaderamente el Evangelio, que llama a nuestra "unidad" en Cristo.
El primer objetivo: reducir los conflictos
Es importante que las personas que ejercen su ministerio en entornos multiculturales reduzcan los conflictos. El conflicto puede darse en dos niveles. Puede ser, entre dos o más grupos que experimentan tensión en sus mutuas relaciones. La tensión puede manifestarse en la evitación mutua, en la competencia por el espacio y otros recursos, o en el conflicto abierto.
El conflicto entre grupos es real y muy difícil de reducir. A veces hay que abordarlo inmediatamente con medidas claras, especialmente si el conflicto se vuelve violento, ya sea verbal o físicamente. Pero ese conflicto no puede tratarse simplemente como un problema que hay que resolver. En última instancia, hay que establecer relaciones, y construirlas requiere tiempo, paciencia y una visión de adónde esperamos llegar.
Pero hay otro nivel de conflicto: el conflicto dentro de los propios pastores. La mayoría se siente incómodo y confuso sobre qué hacer. Prefieren que los problemas desaparezcan o esperan que se presente alguna solución externa. Los pastores también pertenecen a varias culturas. Muchas personas no son totalmente conscientes de sus culturas hasta que se enfrentan a las diferencias culturales.
Es más difícil analizar la propia cultura que la de otra persona. Pero si no se entiende la propia cultura como una cultura entre muchas, (por muy poderosa y dominante que sea o no) se tienen pocas posibilidades de interactuar con éxito con personas de otras culturas. Uno necesita sentirse seguro de su propia identidad cultural para tratar de forma eficaz y saludable con otras culturas. Ayuda a las personas a darse cuenta de que la diferencia cultural no es una simple desviación, sino una manifestación de una interacción más compleja.
El segundo objetivo: el reconocimiento de los demás
¿Cómo entramos en esa compleja interacción? Comienza con el reconocimiento de los demás. En la mayoría de los entornos multiculturales, la primera reacción es tratar de evitar o ignorar las diferencias. Esto adopta dos formas. A veces adopta la forma de ignorar la presencia de otro grupo, haciéndolo así invisible. La otra reacción es cubrir las diferencias con una retórica como "todos somos hermanos en Cristo". Pero esta retórica ignora con frecuencia las realidades y las tensiones que la interacción intelectual suele traer consigo.
El único camino hacia la unidad es el reconocimiento de la universalidad de la Iglesia: las muchas tribus y lenguas, pueblos y naciones, que constituyen la Iglesia. Esto es importante porque en la interacción cultural, a pesar de los esfuerzos por ignorar las diferencias culturales, son las diferencias las que nos atraen continuamente. Las diferencias en los acentos, en la vestimenta, en los patrones sociales, son demasiado evidentes como para ser ignoradas. A veces esa diferencia lleva a estereotipos y prejuicios, a hacer generalizaciones sobre los demás. A veces conduce a la hostilidad.
El tercer objetivo: respetar las diferencias culturales
Si el reconocimiento del otro es el comienzo del trayecto hacia la relación intercultural, el respeto a la diferencia cultural es una descripción del trayecto en curso. La tolerancia puede significar aguantar tranquilamente la diferencia, quizá con la esperanza silenciosa de que acabe desapareciendo. El respeto, sin embargo, significa alcanzar el punto en el que la diferencia se valora por derecho propio, lo que añade riqueza a nuestras relaciones y a la riqueza del mundo. Respetar significa llegar a ver la diferencia cultural del otro como algo que tiene un valor intrínseco, no como una desviación de alguna norma o un fracaso para alcanzar un determinado nivel.
El cuarto objetivo: una sana interacción entre culturas
La palabra saludable es importante aquí, ya que gran parte de la interacción entre culturas suele ser poco saludable. La interacción puede estar marcada, por los estereotipos, los prejuicios, las sospechas injustificadas, el racismo e incluso la violencia verbal y física. Por otro lado, puede caracterizarse por un romanticismo asfixiante que, o bien glorifica las diferencias culturales como un ideal de la propia cultura, o bien considera a la otra cultura como un estado infantil que acabará ascendiendo a la propia.
La interacción sana se basa en la confianza del valor cultural propio y en un sentimiento de seguridad que no se ve amenazado por el encuentro con la diferencia. Una interacción sana significa que dos grupos culturales interactúan tan bien que pueden señalar los defectos del otro. Este es un estado muy avanzado de interacción saludable.
¿Qué se requiere de nosotros?
Estos cuatro objetivos representan el modo en que las relaciones interculturales pueden desarrollarse desde un reconocimiento inicial de los otros grupos, pasando por el inicio de un compromiso para recorrer juntos el camino y, por último, para lograr una interacción saludable y sostenida. A lo largo del camino se encontrarán obstáculos para la comunicación intercultural, como el hecho de hablar diferentes idiomas. Puede que sea necesario proporcionar formación en materia de comunicación y en la construcción de relaciones. Lo más importante es que necesitaremos una visión bíblica audaz que nos desafíe a servir a una cultura rica y variada.
Este material es una adaptación de una reflexión de Albert Shuler aportada a Develop Intercultural Competence: How to Lead Cross-Racial and Cross-Cultural Churches ("Cómo liderar iglesias interraciales e interculturales") (Junta General de Educación Superior y Ministerio, 2018) por HiRho Y. Parks. Utilizado con permiso. El libro está disponible en Cokesbury y Amazon.
Este artículo se ha publicado con permiso de Leading Ideas, un boletín electrónico gratuito del Lewis Center for Church Leadership del Wesley Theological Seminary y disponible en churchleadership.com Publicado originalmente en inglés.