La siguiente liturgia debe usarse al final de la cuaresma, esto es, para el Domingo de Ramos, o al principio de la Semana Santa (antes de la tarde del jueves), o el primer domingo de abril del 2020.
El pastor o la pastora se coloca detrás de la mesa del Señor.
Que el Señor esté con ustedes.
Y también contigo.
Levanten su corazón (el pastor puede levantar sus manos aquí)
Lo levantamos hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo dar gracias y alabanza a Dios.
Es justo, bueno y alegre
darte gracias siempre y en todo lugar,
Padre Todopoderoso (o: Dios Todopoderoso), creador del cielo y de la tierra.
En amor nos creaste para ti mismo;
y cuando caímos en pecado quedando dominados por el mal y la muerte,
tu amor permaneció firme.
Pides a tu pueblo fiel que limpiemos nuestros corazones
y que nos preparemos con gozo para la fiesta del Día de Resurrección,
a fin de que, renovados por tu Palabra y Sacramentos
y fervientes en oración y obras de justicia y misericordia,
lleguemos a la plenitud de la gracia
que tú has preparado para quienes te aman.
Así que, con tu pueblo aquí en la tierra y con toda la compañía del cielo,
alabamos tu nombre y nos unimos al himno eterno:
El/la pastor/a baja sus manos.
Santo, santo, santo, Dios Omnipotente
el cielo y la tierra están llenos de tu gloria. Hosanna en las alturas.
Bendito es el que viene en el nombre del Señor. Hosanna en las alturas.
El/la pastor/a levanta las manos.
Tú eres santo, y bendito es tu Hijo Jesucristo,
a quien enviaste en la plenitud del tiempo para redimir al mundo.
Se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo,
haciéndose semejante a los seres humanos.
Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte,
una muerte en la cruz.
Cargó él mismo con nuestro pecado y muerte, y se ofreció
como sacrificio perfecto por el pecado de todo el mundo.
Por el bautismo de su sufrimiento, muerte y resurrección
diste a luz a tu iglesia,
nos liberaste de la esclavitud del pecado y de la muerte,
e hiciste un nuevo pacto de agua y Espíritu con nosotros.
El/la pastor/a puede colocar sus manos sobre el pan, tocar el pan o levantarlo.
En la noche que se dio a sí mismo por nosotros, tomó pan,
dio gracias, lo partió y lo dio a los discípulos, diciendo:
“Tomen, coman, este es mi cuerpo que por ustedes es entregado.
Hagan esto en memoria de mí”.
El/a pastor/a puede colocar sus manos sobre la copa, tocar la copa o levantarla.
Al terminar la cena, tomó la copa,
y dio gracias, y la dio a sus discípulos, diciendo:
“Beban de la copa, que es mi sangre del nuevo pacto,
derramada por ustedes y por muchos para perdón de pecados.
Hagan esto con la misma frecuencia que la beban, en memoria de mí”.
El/lLa pastor/a puede levantar sus manos.
De modo que, en memoria de estos tus poderosos hechos en Jesucristo,
nos ofrecemos en adoración y acción de gracias
como sacrificio vivo y santo, en unión a la ofrenda de Cristo por nosotros,
al proclamar el misterio de la fe.
Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo volverá otra vez.
El/la pastor/a puede colocar sus manos sobre el pan y la copa.
Derrama tu Santo Espíritu sobre nosotros reunidos aquí,
y sobre estos dones de pan y vino.
Que para nosotros sean el cuerpo y sangre de Cristo,
para que seamos para el mundo el cuerpo de Cristo, redimidos por su sangre.
El/la pastor/a puede levantar sus manos.
Que tu Espíritu nos haga uno con Cristo y unos con otros,
y que seamos uno en el ministerio para todo el mundo,
hasta que Cristo venga en la victoria final, y participemos en el banque celestial.
Por medio de tu Hijo Jesucristo, con el Espíritu Santo en tu santa iglesia,
todo honor y gloria son tuyos, Padre (o Dios) Todopoderoso, ahora y por siempre. Amén.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés por la Junta General de Ministerios de Discipulado. Traducción por Humberto Casanova. Contacto: recursosmetodistasunidos@umcom.org.