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El perdonar: Una jornada llena de decisiones

Foto por Alvin Mahmudov, Unsplash.
Foto por Alvin Mahmudov, Unsplash.

Algunas veces, tener la opcion de no perdonar es todo lo que se necesita para que una víctima o sobreviviente perdone.

La Rev. Anne Robertson descubrió esto al principio de su ministerio, cuando una mujer joven vino a su oficina para decirle que ya no podía ser cristiana porque en su corazón no encontraba la fuerza para perdonar a su padre abusivo.

Robertson dice que la mujer le dijo: “No lo puedo perdonar, y la Biblia dice que tengo que hacerlo. No puedo, así que ya no puedo ser cristiana”.

“Pero no se puede forzar a la gente a que perdonen”, le respondió Robertson.

“Ella tenía una opción. El padre no tenía el derecho a ser perdonado”, dice Robertson, ministra metodista unida que dirige la Sociedad Bíblica de Massachusetts. “Cuando se fue de mi oficina, había decidido perdonarlo, pero parecía como si fuera surrealista para ella. Lo único que necesitaba para poder perdonarlo era el permiso para no hacerlo. Se fue como una persona físicamente diferente. Yo no hice nada. Sólo le informé que el perdón es un regalo”.

El perdón luce diferente, dependiendo de los detalles específicos de las circunstancias y relaciones de la gente”, dice la Rev. Marjorie Thompson, pero hay aspectos comunes en cada situación. Thompson ha escrito dos libros sobre el tema del perdón.

“Creo que el resultado de perdonar es un sentido de paz, un sentido de empatía y compasión por la otra persona, y un sentido de libertad interior al dejar de cargar el peso de sentirse herido y con resentimiento,” dice Thompson.

UNA FORMA DE VIDA

Algunas veces el perdón se entiende en su forma más simple que es la de recibir una disculpa. El Rev. L. Gregory Jones, de Duke Divinity School, afirma que el perdón implica mucho más que una discupla. El perdonar “es una forma de vida que involucra palabras, sentimientos y gestos”, dice. “Con frecuencia pensamos que el perdón en gran parte tiene que ver con decir algo, y no ponemos la debida atención a las emociones que deben estar presentes y a las acciones o gestos que uno debe ofrecer”.

Everett Worthington Jr., psicólogo clínico que enseña en Virginia Commonwealth University, afirma que a diferencia de la reconciliación, el perdón “ocurre dentro de las personas, y no entre larelacion de dos personas”.

Worthington ofrece dos tipos de perdón. Explica que el perdón como una decisión ocurre cuando una persona “toma la decisión de no vengarse para tratar al ofensor como una persona de valor, a pesar de lo que haya hecho”. El perdón como una emoción es “la erosión gradual de las emociones negativas de no haber perdonado, cosas como resentimiento, amargura, hostilidad, odio, ansiedad e ira. Estas cosas se reemplazan por emociones positivas como empatía, simpatía, compasión o amor”.

EL PERDÓN ES UNA ELECCIÓN

Algunos cristianos a veces creen que la Biblia enseña que se requiere que nosotros perdonemos, pero los expertos explican que el perdón no es algo que se puede realizar por un sentido de obligación. “Dios nos deja en libertad de perdonar o no perdonar”, dice Thompson. “No hay nada automático en el acto del perdón. Debe venir del corazón o no es real. El perdonar nos cuesta algo, así como le costó a Jesús. La mayoría de los perdones requieren algún tipo de jornada, o un proceso. NNo podemos esperar perdonar a alguien automáticamente después de que nos haga daño. Se necesita tiempo. Mientras que no se debe apurar el processo hacia el perdón, hay mucha evidencia que prueba el perdón como algo bueno y digno de buscar. “Perdonamos porque sin él jamás encontraremos libertad ni paz en nuestro corazón”, agrega Thompson. “Asirse a la amargura es algo que corroe el alma”. Según los estudios, dice Worthington, el perdón contribuye a que tengamos una mejor salud física. Gozamos de un sistema inmunológico que funciona mejor; hay menos riesgos de complicaciones cardiacas; una salud mental adecuada por la ausencia de pensamientos negativos; menos depresión, ansiedad o ira”, además de una mejor conexión espiritual. También hay razones bíblicas para perdonar. “Perdonamos porque es algo modelado para nosotros”, dice Thompson. “El diseño de Dios a fin de cuentas es para la reconciliación y la harmonía dentro de nosotros y entre la familia humana. Perdonar no tiene que ver con solo corregir el pasado, sino que es una forma de construir un camino hacia el futuro. Creo que la reconciliación esta en el diseño de Dios. Dios nos urge hacia esa harmonía unida y nos ha capacitado para tener buenas relaciones los unos con otros con dicho propósito”.

¿PERDÓN INCONDICIONAL?

Jones, autor de Embodying Forgiveness: A Theological Analysis, dice que el perdón es “el único camino para mostrar lo que significa ser perdonado y ser personas capaces de amar. Debemos comprometernos a desarrollar el hábito y las prácticas del perdón como forma de vida”.

Afirma que conocer los detalles de esas prácticas “tiene que ver con sabiduría y discernimiento en cualquier situación”.

No cabe duda de que hay veces en el perdón no debe darse en forma incondicional.

“Hay muchos contextos en los cuales yo diría que debemos practicar el amar al enemigo”, dice Jones, explicando que el perdón incondicional de aquellos que buscan hacer daño solo perpetúa un peligroso ciclo.

En casos de abuso, por ejemplo, “no se podrá experimentar la plenitud de la reconciliación porque la otra persona no se ha arrepentido”.

Worthington concuerda. “Para los cristianos, podemos y debemos perdonarlo todo, como una decisión. Pero no siempre será posible reconciliarnos con mucha gente. Si es algo peligroso, arriesgado e imprudente, no se debe pensar en la reconciliación”.

PERDONAMOS UNA Y OTRA VEZ
Es en Cristo que tenemos el perdón y la reconciliación última. Aunque ya hemos recibido su perdón, volvemos a él una y otra vez, reconociendo nuestros fracasos y necesitados de gracia.

La confesión de pecados nos ayuda a crecer, dice Robertson, pues examinamos nuestras imperfecciones y nos esforzamos para ser como Cristo.

“Dios busca el arrepentimiento verdadero y que queramos cambiar honestamente”, nos dice. “La única forma en que llegamos a ser mejores personas es si estamos conscientes del mal que hemos hecho. Cuando nos escuchamos a nosotros mismos repitiendo lo mismo noche tras noche y semana tras semana, la repetición empezará a hablarnos en una forma que no dejará que lo dejemos de lado. Mientras quizá no cambie en nada el perdón último que recibimos de Dios, producirá un cambio en que nos hará más como Cristo en nuestra vida diaria”.

Worthington es miembro de la división de Religión y Espiritualidad de la Asociación Americana de Psicología, y concuerda diciendo: “Mientras que la muerte y resurrección de Cristo son dones gratuitos para nosotros, se nos entrega el don cuando nosotros reconocemos nuestra necesidad de perdón al pedirlo”.

“No se trata de si Dios está dispuesto a perdonar; se trata de cómo debemos ser moldeados otra vez en nuestras vidas”, dice Jones. “No se trata de que estamos cambiando a Dios o de que de algunas forma Dios quizá no nos perdone. El cambio de nuestra vida es parte de lo que significa recibir el perdón, y esto lo aprendemos cuando lo nombramos en relación a Dios en oración y a otras personas”.

Thompson afirma que hay dos razones para pedirle a Dios que nos persone:

“Una es para reconocer y aceptar nuestros fracasos y nuestra necesidad del perdón que ya fue entregado en Cristo. Es necesario reconocer esos momentos cuando lo necesitamos y buscarlo, entendiendo que el don ya fue entregado. Segundo, debemos apropiarnos del don. Debemos tomar dicho don en nuestras mentes y corazones para que realmente nos de valor y nos sane y restaure, para que aprendamos y crezcamos a través de nuestros errores”.


Este artículo fue escrito originalmente en inglés por Emily Snell y publicado en la revista Interpreter, marzo-abril, 2015. Traducción y adaptación por Humberto Casanova. Contacto: recursosmetodistasunidos@umcom.org.

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