Cobertura de la Conferencia General: La Conferencia General diferida de 2020 se llevará a cabo del 23 de abril al 4 de mayo.

Los pasos del discipulado: Reflexión en base a Juan 1:43-51

43 Al día siguiente, Jesús quiso salir para Galilea y encontró a Felipe. Y Jesús le dijo, "Sígueme." 44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo, "Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley y también en los Profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José." 46 Y le dijo Natanael, "¿De Nazaret puede haber algo de bueno?" Le dijo Felipe, "Ven y ve." 47 Jesús vio que Natanael venía hacia él y dijo de él, "¡He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño!" 48 Le dijo Natanael, "¿De dónde me conoces?" Respondió Jesús y le dijo, "Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." 49 Le respondió Natanael, "Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!" 50 Respondió Jesús y le dijo, "¿Crees porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”? ¡Cosas mayores que estas verás!" 51 Y les dijo, "De cierto, de cierto les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre." (Juan 1:43-51, RVA-2015).


Todos hemos experimentado el prejuicio y la parcialidad. Son el producto de nuestra cultura, lo aprendido y lo vivido. Pero cuando el prejuicio y el favoritismo no se refrenan, son fuerzas destructivas que dañan el tejido de la sociedad humana.

Al igual que Natanael, nos preguntamos “¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?” O nos preguntamos “¿Puede venir algo bueno de Haití?” O “¿Puede algo bueno salir del África?” “¿Puede surgir algo bueno del otro vecindario?”

Como creyentes en Cristo, se nos llama a seguir a Jesús.

¿Qué significa seguir a Jesús el Cristo en el presente contexto donde el prejuicio y la parcialidad están fuera de control y el racismo se expresa sin ninguna vergüenza?

1. Abandona

Felipe estaba muy entusiasmado de haberse encontrado con Jesús el Mesías. Cuando se encuentra con su amigo Natanael, le dice: “Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas”. Lo primero que le responde Natanael es “¡De Nazaret! ¿Acaso de allí puede salir algo bueno?”

Natanael estaba ciego por sus propios prejuicios y favoritismo. No podría ver ni oír el entusiasmo de Felipe que quería compartir algo tan especial.

¿Puede algo bueno salir de Nazaret, una pequeña aldea allá afuera? ¿Puede algo bueno proceder de Haití, África, el Caribe o Centro América? Para que Natanael pudiese ver a Jesús el Mesías, tuvo que abandonar sus propios prejuicios y parcialidad para darle a Jesús una oportunidad, y así experimentar lo bueno que puede venir de Nazaret, Harlem, Haití, África y todos esos lugares menospreciados.

2. Cruza hacia el otro lado

Natanael sospecha y tiene dudas acerca de este Jesús que Felipe encuentra tan tremendo. ¿Puede algo bueno venir de Nazaret?

En respuesta al prejuicio y favoritismo de Natanael, Felipe responde con una invitación: “Ven a ver”.

Para aceptar esta invitación de Felipe e ir a ver a este Jesús, Natanael tenía que cruzar las fronteras imaginarias que sus prejuicios y parcialidad habían construido.

Una cosa que debemos entender aquí es que Natanael no es una persona mala. Por cierto, es una linda persona. El prejuicio y el favoritismo es parte de ser humanos. Los necesitamos para sobrevivir. Pero también debemos mantenerlos bajo control para poder prosperar como comunidad. Al acercarse a Jesús, éste le dice: “Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay falsedad”. En los evangelios, no mucha gente recibe una recomendación tan positiva de parte de Jesús. Se trata de una persona fiel. Pero tiene prejuicios y favoritismos forjados por su cultura y experiencia. Para ir a ver a Jesús tiene que dejar sus dudas y sospechas, sus prejuicios y parcialidad.

Durante su ministerio Jesús se mantuvo cruzando fronteras; la frontera entre Judea y Samaria, la frontera entre Judíos y Gentiles, la frontera entre puros e impuros, entre varón y hembra, entre la visión de Dios y las ideas preconcebidas de lo que el mundo es o debería ser.

Seguir a Cristo es “cruzar” las fronteras, poner de lado los parámetros aceptados que separan a la gente unos de otros, que constantemente juzgan y asignan valor dependiendo de su lugar social y económico, de dónde vienen, del color de su piel o su idioma, etc.

3. Bájate del pedestal

Natanael se sorprende y pregunta: “¿De dónde me conoces?” Es como si dijera: jamás te conocí y esta es la primera vez que me encuentro contigo. Jesús le responde: “Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto”. Jesús se revela a Natanael como alguien que es más grande que su escepticismo, prejuicios y parcialidades. Entonces Natanael declara: “Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!”.

La respuesta de Natanael es más que una declaración. Es de hecho una confesión de fe. Puesto que Jesús era de Nazaret, hasta el momento en Natanael fue y se encontró con Jesús, menospreciaba a Jesús y se sentía superior. Habiéndose encontrado y experimentado a Jesús cara a cara, Natanael confiesa: “Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!”. Se bajó de su alta posición de privilegio y superioridad que venía de saber de dónde venía Jesús para elevar a Jesús de dicha posición humilde.

Entender significa tener la humildad de colocarse por debajo de los desafíos y dificultades de otra persona, para verla no desde arriba sino frente a frente para poder ver bien.

4. Esfuerzate

Vivimos en un mundo muy dividido con muchas distinciones y líneas a lo largo de las grietas sociales y económicas, las líneas raciales, las diferencias culturales, etc. La retórica y las acciones que menoscaban el valor de los hijos de Dios están fuera de control.

Cuando escuchamos a Jesús decir “sígueme”, esta no tan simple invitación nos llama a salir de nuestra zona de comodidad, de nuestros prejuicios y favoritismos. Se nos llama a cruzar las fronteras que nos separan de Dios y de otros a causa de nuestros prejuicios. Se nos llama a bajarnos de nuestra posición de privilegio y orgullo para seguir el consejo de Pablo en Filipenses: “con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos”, no importa de dónde vengan.

Además, se nos llama a esforzarnos y trabajar por un reino de Dios en el que TODOS son valorados sin importa su raza, color, sexo, identidad o estado económico y social, etc.

¿Imaginémonos si Natanael hubiera decidido no salir, cruzar y bajarse?

Habría perdido bendiciones de por vida y por la eternidad.

¿Puede algo bueno salir de Nazaret? Ocurre que el Hijo de Dios y Rey de Israel que salvaría al mundo vino de Nazaret. Y este Hijo de Dios murió en la cruz para la salvación de TODA la gente sin importar de dónde eres.

La Dra. Gail R. O’Day explica que, en el Evangelio de Juan, el concepto de discipulado es reconocer quién es Jesús así como Natanael reconoció que Jesús era el Hijo de Dios.

Cuando reconocemos a Jesús como el Hijo de Dios, nuestro discipulado también implica que reconocemos a todos los que vienen de muchos lugares como Nazaret en el mundo, lugares como Haití, África y los barrios pobres como hijos e hijas de Dios.

¿En qué formas tú sales, cruzas, te bajas y te esfuerzas para seguir a Jesús?

Menciona una cosa que puedas hacer para reconocer y valorar a los hijos e hijas de Dios.


Este artículo originalmente fue publicado en inglés por la Comisión General de Religión y Raza. Traducción por Humberto Casanova. Contacto: recursosmetodistasunidos@umcom.org.

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