"...y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño (Jesús). Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo."
(Mateo 2:9-10, RVA-2015).
Cada año, al acercarse la Navidad, Nick Strobel recibe un sin número de preguntas en cuanto a la estrella que guio a los magos.
Strobel es director de un planetario y profesor de física en el Bakersfield College, California. Como astrónomo y miembro de la Iglesia Metodista Unida, tiene afinidad con los que miraban las estrellas en la Biblia.
“Amamos el cielo nocturno”, dice Strobel, miembro de la Iglesia Metodista Wesley, de Bakersfield. “Y buscamos un lugar o persona en la cual el cielo y la tierra se encuentren, y lo hemos encontrado en la persona de Jesús”.
El relato bíblico sobre los magos no encaja del todo con la imagen típica del desfile navideño de la iglesia, en la cual tres niños con barbas pintadas y coronas torcidas dejan regalos junto a pesebre del niño Jesús.
Sólo el Evangelio de Mateo cuenta la historia de la visita de los magos, la cual no se lee durante la Navidad sino en Epifanía, esto es, el 6 de enero, o el primer domingo de enero.
El capítulo 2 de Mateo no especifica el número de magos ni afirma que eran reyes. Lo más probable es que hayan sido eruditos y astrólogos que visitaron a la familia santa en una casa de Belén después de que Jesús naciera. Que se hable de tres magos se deduce quizá del hecho de que le dejaron tres regalos al niño Jesús.
La estrella no es una sorpresa
La Biblia y la tradición cristiana concuerdan en que los magos encontraron al rey recién nacido por medio de seguir a una estrella.
Los antiguos creían que Dios mostraría el destino por medio de las estrellas, afirma Gregory J. Riley, profesor de Nuevo Testamento de la Escuela de Teología Claremont, asociada a la Iglesia Metodista Unida. De modo que, no sorprende que el nacimiento de Jesús viniese acompañado de “la aparición de su estrella en medio del mismo cielo”.
La naturaleza exacta de este cuerpo celestial es un tema que se presta para la especulación en el mundo de eruditos bíblicos, escritores de libros para niños, astrónomos y los visitantes de planetarios. Strobel dirige la discusión de la estrella como parte del programa de Navidad de Bakersfield College.
Strobel ha comunicado sus ideas en cuanto a la estrella en su blog aquí.
Dado que el cielo nocturno puede cambiar mucho dependiendo del año y la estación, Strobel primero necesita un cálculo cierto en cuanto al año en que nació Jesús, a fin de evaluar las posibilidades.
Muchos eruditos bíblicos e historiadores ahora piensan que lo más probable es que Jesús nació entre el año 6 y 4 A.C. Strobel usa esos años para fijar la fecha. Después apunta a los cuatro fenómenos naturales que algunos astrónomos creen podrían explicar lo que se vio en el cielo: Una nova, un cometa, una conjunción planetaria y el movimiento retrógrado de Júpiter.
Nova
Strobel afirma que astrónomos chinos registraron que una nueva estrella (nova) apareció en la constelación de Capricornio en marzo y abril del año 5 A.C. Una nova es realmente una estrella que está muriendo y, por eso, reúne suficiente masa para acumular presión y explotar. En unos pocos días acrecienta su brillo y después desaparece por algunos meses.
La nova que vieron los chinos habría aparecido primero en el Este como lo afirma el Evangelio de Mateo. Sin embargo, esa nova no se habría movido mientras los magos viajaban a Belén. Esto hace que Strobel afirme que esta nova no parece haber sido la estrella de Belén.
Cometa
Muchas culturas antiguas creían que los cometas anunciaban eventos importantes. Pero el problema es que no se registró ningún cometa en el tiempo cercano al año 6 A.C. Esto es bueno, ya que los antiguos tomaban la aparición del cometa como una señal mala. De modo que, no serviría para anunciar gozo al mundo.
Conjunción planetaria
La conjunción planetaria ocurre cuando dos o más planetas aparecen muy cerca uno de otro en el cielo nocturno. Esto no se ve tan importante como un cometa. Pero Strobel cree que tal evento podría ser lo que ocurrió en Belén. Los años 7 y 6 A.C. son años buenos para este tipo de conjunciones.
En el año 7 A.C., Júpiter y Saturno pasaron cerca uno del otro tres veces en la constelación de Piscis. Esto ocurre una vez cada 900 años. El siguiente febrero, Marte, Júpiter y Saturno formaron una conjunción en Piscis, lo que ocurre sólo una vez cada 800 años.
Strobel argumenta que la combinación de Júpiter y Saturno habría sido muy auspiciosa para los astrólogos del Antiguo Oriente. Júpiter era símbolo de realeza y Saturno representaba a una deidad de Mesopotamia que protegía a Israel. Además, los antiguos astrólogos asociaban Piscis con el pueblo judío.
“Los magos conocían el cielo y probablemente mantenían antiquísimos registros del cielo”, dice Strobel. “Habrían sabido que esto era una ocurrencia rara. Habrían pensado: ‘Quizá esto nos está diciendo que algo realmente interesante va a ocurrir en Israel’”.
Moción retrógrada de Júpiter
Si los sabios necesitaban otra señal adicional, el año 5 A.C. vino otra, dice Strobel. Ese año, Júpiter, en lugar de viajar hacia el este, como ocurre normalmente con los planetas, pareció detenerse y retroceder entre las estrellas, lo que los astrónomos han llamado moción retrógrada.
Strobel compara este movimiento a lo que ocurre cuando un automóvil acelera y adelanta a otro vehículo. Hace que parezca que el vehículo que va a menos velocidad se detuviera o fuese hacia atrás. El año 5 A.C., la tierra adelantó a Júpiter e hizo que pareciera que Júpiter se detuvo por una semana, lo que era perfecto para que quedara suspendido sobre un nacimiento tan importante.
Entre las diferentes posibilidades astronómicas, Strobel cree que la conjunción planetaria y el detenimiento explican mejor lo que los magos podrían haber visto.
Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra (Mateo 2:11 NVI)
El Dr. Ben Witherington III, profesor de Nuevo Testamento del Seminario Teológico Asbury, concuerda que los fenómenos astronómicos podrían ayudar a explicar lo que guio a los magos. Pero agrega que los magos, tal como todos los antiguos, habrían visto las estrellas y otros objetos celestiales como seres vivos, como ocurre con la “hueste celestial” que visitó a los pastores del Evangelio de Lucas.
Las teorías no afectan la fe
Aunque es entretenido especular, dice Strobel, su fe no es afectada por la naturaleza de la estrella. De hecho, no le importa si Mateo inventó toda la historia de los magos.
“No estaba escribiendo un libro de ciencia o un informe para el periódico”, dice Strobel, “sino que escribía para convencer a la gente que esta persona llamada Jesús era el Hijo de Dios, el cual debe ser adorado y quien nos mostró cómo vivir como Dios quiere que vivamos”. La historia de la Navidad contiene una verdad más profunda que lo que se puede encontrar en cualquier estrella del cielo.
“Dios es el poder infinito del universo. Dios quiere tanto tener una relación con nosotros que se convirtió en un bebé vulnerable necesitado de cuidado. Es maravilloso que Dios estuviese dispuesto a hacer algo así”.
Este artículo fue escrito en inglés por Heather Hahn. Hahn es reportera de noticias multimedia para el Servicio de Noticias Metodistas Unidas donde se publicó por primera vez en diciembre de 2011 y se reimprimió el la revista El Intérprete en 2013. Traducción y adaptación por Humberto Casanova.